miércoles, abril 09, 2008

Tomar distancia: ¿somos testigos de la historia?

(Artículo elaborado para la revista Buzos)

Gracias a la magia de Youtube.com pude volver a mirar con mis alumnos de la Ibero el momento en el que Jacobo Zabludovsky – entonces titular del noticiario 24 Horas – confirmaba la muerte de Luis Donaldo Colosio la noche del 23 de marzo de 1994. Desde ese día han pasado poco más de 14 años y un par de semanas pero pareciera que hablamos de un país distinto.

En ese entonces, les decía a mis alumnos - quienes nacieron alrededor de 1985 - la muerte fue leída y llorada como si se tratara del asesinato del Presidente electo de México. Según la historia de este país, el candidato del PRI sería el próximo presidente. Así ocurrió durante décadas y había pocas razones para pensar que la historia sería distinta en esa ocasión.

Pasaron seis años desde esos hechos para que empezara a escribirse una historia distinta. En el año 2000 el triunfador de la elección fue, por primera vez, el candidato del Partido Acción Nacional, Vicente Fox. Francisco Labastida pasaría a la Historia como el primer candidato del PRI derrotado. Vendría entonces el llamado Gobierno del Cambio – con los pros y contras que cada quien desee apuntar –, hasta llegar al 2006 en el que el PRI no sólo volvería a quedar fuera de Los Pinos sino que ahora quedaría en un lejano tercer lugar de la mano de Roberto Madrazo.

Viviríamos también una elección histórica por lo cerrado de los resultados, lo que derivaría en un conflicto postelectoral y en la autodesginación de uno de los candidatos, Andrés Manuel López Obrador, como Presidente Legítimo de México.

Historias, todas éstas, que difícilmente alguien podría haber imaginado antes de 1993.

Comparto esta reflexión para tratar de mirar el presente con los ojos del futuro. Ocupados como estamos en los debates del día a día resulta complejo imaginar cuál es la trascendencia de los hechos que estamos viviendo, no obstante, les invito a que hagamos un esfuerzo.

Quizá a la distancia de unos 14 años, cuando miremos a estos días que corren, hablaremos de cómo se estaba redibujando el mapa político nacional. La izquierda pasaba por unos momentos muy complejos. El Partido Alternativa cambiaba su nombre por el de Socialdemócrata y en ese proceso se fracturaba en dos grupos. Su hermano mayor, el PRD, también pasaba por un momento de definición. El tiempo quizá muestre que vivimos los días en que nacieron dos nuevas fuerzas políticas, la de la llamada izquierda moderada y la de Andrés Manuel López Obrador, movimiento político que después incorporó a otras fuerzas, unas de la otra izquierda, otras del PRI, y un tercer bloque de actores de la llamada sociedad civil.

Cambios en los grupos que dieron más claridad a los electores sobre qué representaba cada uno. Esto al tiempo que en el PAN hacían la reforma más importante a sus estatutos, que le llevó a abrir el partido para que los militantes y los adherentes fueran determinantes en la selección de los candidatos a puestos de elección popular. Proceso que derivó en ganancias – al acercarlo a ciertos segmentos de la sociedad – pero que también llevó nuevos vicios al partido, que empezó a sufrir de los mismos males que sus adversarios, y que al tiempo, los llevó a extrañar con nostalgia las épocas en que un puñado de personas definía el rumbo de esa institución.

Movimientos acompañados por la refundación del PRI que fiel a su origen se agrupaba entorno a la figura de pocos políticos con mucho poder, capaces de repartir recursos – entre otros las candidaturas – a cambio de mantener la cohesión y con ello el poder negociador frente a los otros actores.

Historias que ocupaban los titulares de la prensa de entonces (o sea, de ahora), mientras se transformaban las reglas electorales, la relación de los políticos con los medios, el sector energético, las formas de actuar entre los poderes, y un largo etcétera que ahora resulta casi imposible detallar pero que a la distancia podremos describir con precisión.

Tal vez en 14 años miremos que lo que pasaba ahora no era para tanto; quizá nos sorprendamos por haber sido protagonistas y testigos de la Historia. En cualquier caso, si alguien quiere saber la respuesta sólo tendrá que esperar.

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