(Artículo publicado en la revista www.frente.com.mx)
Ninel Conde, actriz y cantante mexicana, es una celebridad en internet. Lo es por sus casi 160 mil seguidores en twitter y por haber sido la protagonista de una de las recientes olas de bulliyng twittero luego de haber dado el pésame al pueblo de los Estados Unidos por la muerte de su presidente Barack Osama. O al menos eso creyeron los miles de usuarios y periodistas que comentaron y difundieron el tema convirtiéndolo incluso en trending topic por algunos momentos. La historia podría pasar al anecdotario desafortunado de algunas figuras públicas como Paulina Rubio o Dulce María de no ser porque es falsa.
Al menos así se desprende de la imagen que dio la vuelta por todos los medios y que con una mirada fina muestra una imagen alterada, con cambios en la tipografía, con efecto en bold, ligeramente más grande que los otros mensajes y con una edición de la línea que separa cada uno de los textos.
El punto parece irrelevante pero no lo es porque muestra lo manipulable que resulta la plataforma y a veces los propios usuarios.
La plataforma porque bajo la premisa de que “sí lo dijo pero lo borró” hace posible cualquier historia siempre y cuando se ajuste a la imagen que se tiene del emisor. Con los antecedentes de la declaración del “surimi” en Indonesia – también negado – y las historias de otros y otras artistas, buena parte de la banda tuitera ni siquiera se tomó unos segundos para verificar la información. La lógica parece ser que si algo es creíble, entonces debe ser verdad.
Y es un asunto importante, por un lado, porque confirma el efecto halo, ese que atribuye a una persona una serie de atributos en función de una experiencia o contacto así sea parcial. Es decir, si una persona es responsable en el trabajo asumimos que es buen pagador si le prestamos dinero aunque una cosa no tenga relación con la otra. Lo que en este caso confirma el prejuicio de que si se trata de una artista entonces es probable que diga una tontería, cómo muestran muchos de los comentarios en twitter y post sobre el tema.
Pero también es relevante porque hace evidente lo fácil que es manipular a la red social, de la que por lo general se suelen destacar sus atributos pero que también tiene un lado oscuro.
¿Cuántos actores políticos no habrán tomado nota de este comportamiento a la hora de planear sus estrategias de campaña hacia el 2012? ¿cuantos rumores no podrán ser sembrados en contra de los aspirantes a la presidencia bajo la premisa de que lo importante no es que sea necesariamente cierto sino que lo parezca?
El marco electoral en México ha definido que las campañas negativas no tendrán lugar en la radio y la televisión. Así que el cauce natural, como ya ha ocurrido en otros momentos y en otros países, será internet. Ahí se desarrollarán las acciones, por un lado, porque que incluye a treinta millones de mexicanos, muchos de los cuales serán electores activos en la próxima contienda pero también porque la experiencia muestra que lo que pasa en la web es retomado, casi de inmediato y muchas veces sin verificar, por los medios tradicionales lo que amplifica su alcance sin violar las leyes electorales.
Es por eso que se requiere de una audiencia mucho más critica, consciente no sólo de que será blanco de estrategias de rumor y guerra sucia – con efectos directos para la reputación de las personas afectadas – sino de su papel como distribuidor de esos mensajes. Lo han aplicado – y con éxito – los integrantes del crimen organizado que han generado campañas de desinformación para atemorizar a la población sobre supuestos toques de queda, lo han hecho en otro momento alimentando versiones de supuestas balaceras, y ahora – según los elementos a la vista – algunos usuarios han visto la oportunidad de generar movimientos modificando alguna cuenta, así sea sólo con fines de entretenimiento.
La historia queda para el registro de lo que pudo haber sido una de las mayores campañas creadas con una imagen modificada y como un antecedente de lo que habremos de ver en los meses por venir. Al tiempo.
Twitter.com/mariocampos