jueves, mayo 12, 2011

Ninel, Barack Osama y el 2012

(Artículo publicado en la revista www.frente.com.mx)

Ninel Conde, actriz y cantante mexicana, es una celebridad en internet. Lo es por sus casi 160 mil seguidores en twitter y por haber sido la protagonista de una de las recientes olas de bulliyng twittero luego de haber dado el pésame al pueblo de los Estados Unidos por la muerte de su presidente Barack Osama. O al menos eso creyeron los miles de usuarios y periodistas que comentaron y difundieron el tema convirtiéndolo incluso en trending topic por algunos momentos. La historia podría pasar al anecdotario desafortunado de algunas figuras públicas como Paulina Rubio o Dulce María de no ser porque es falsa.

Al menos así se desprende de la imagen que dio la vuelta por todos los medios y que con una mirada fina muestra una imagen alterada, con cambios en la tipografía, con efecto en bold, ligeramente más grande que los otros mensajes y con una edición de la línea que separa cada uno de los textos.

El punto parece irrelevante pero no lo es porque muestra lo manipulable que resulta la plataforma y a veces los propios usuarios.

La plataforma porque bajo la premisa de que “sí lo dijo pero lo borró” hace posible cualquier historia siempre y cuando se ajuste a la imagen que se tiene del emisor. Con los antecedentes de la declaración del “surimi” en Indonesia – también negado – y las historias de otros y otras artistas, buena parte de la banda tuitera ni siquiera se tomó unos segundos para verificar la información. La lógica parece ser que si algo es creíble, entonces debe ser verdad.

Y es un asunto importante, por un lado, porque confirma el efecto halo, ese que atribuye a una persona una serie de atributos en función de una experiencia o contacto así sea parcial. Es decir, si una persona es responsable en el trabajo asumimos que es buen pagador si le prestamos dinero aunque una cosa no tenga relación con la otra. Lo que en este caso confirma el prejuicio de que si se trata de una artista entonces es probable que diga una tontería, cómo muestran muchos de los comentarios en twitter y post sobre el tema.

Pero también es relevante porque hace evidente lo fácil que es manipular a la red social, de la que por lo general se suelen destacar sus atributos pero que también tiene un lado oscuro.

¿Cuántos actores políticos no habrán tomado nota de este comportamiento a la hora de planear sus estrategias de campaña hacia el 2012? ¿cuantos rumores no podrán ser sembrados en contra de los aspirantes a la presidencia bajo la premisa de que lo importante no es que sea necesariamente cierto sino que lo parezca?

El marco electoral en México ha definido que las campañas negativas no tendrán lugar en la radio y la televisión. Así que el cauce natural, como ya ha ocurrido en otros momentos y en otros países, será internet. Ahí se desarrollarán las acciones, por un lado, porque que incluye a treinta millones de mexicanos, muchos de los cuales serán electores activos en la próxima contienda pero también porque la experiencia muestra que lo que pasa en la web es retomado, casi de inmediato y muchas veces sin verificar, por los medios tradicionales lo que amplifica su alcance sin violar las leyes electorales.

Es por eso que se requiere de una audiencia mucho más critica, consciente no sólo de que será blanco de estrategias de rumor y guerra sucia – con efectos directos para la reputación de las personas afectadas – sino de su papel como distribuidor de esos mensajes. Lo han aplicado – y con éxito – los integrantes del crimen organizado que han generado campañas de desinformación para atemorizar a la población sobre supuestos toques de queda, lo han hecho en otro momento alimentando versiones de supuestas balaceras, y ahora – según los elementos a la vista – algunos usuarios han visto la oportunidad de generar movimientos modificando alguna cuenta, así sea sólo con fines de entretenimiento.

La historia queda para el registro de lo que pudo haber sido una de las mayores campañas creadas con una imagen modificada y como un antecedente de lo que habremos de ver en los meses por venir. Al tiempo.

Twitter.com/mariocampos

jueves, mayo 05, 2011

La política de la inmersión

El mundo del espectáculo experimenta una gran transformación. Hasta ahora, así lo cuenta Frank Rose en su nuevo libro The Art of Inmmersion, los creativos – cineastas, productores, publicistas, etc. - se preocupaban por generar contenidos con historias ya hechas de principio a fin, que los espectadores consumían de manera más o menos pasiva. Pero esta dinámica, con la que todos hemos crecido, está llegando a su fin. En su lugar lo que surge en todos lados es la cultura de la participación y la co-creación.

Lo vemos, por ejemplo, en Lost, la mítica serie de televisión que con todas sus ambigüedades y cabos sueltos convirtió a los televidentes en co-escritores que semana a semana (incluyendo al final de la serie) participaban imaginando teorías, proponiendo explicaciones, debatiendo dentro y fuera de la red sobre lo que pasaba en la misteriosa Isla. Pero también lo encontramos en los generadores de universos paralelos desde la gran pantalla. Lo mismo con los sitios como wikipedia dedicados a Star Wars que a Harry Potter, que en las campañas de mercadotecnia que apuestan por involucrar a los fans, antes, durante y después de cada película con la idea de extender la experiencia más allá de 120 minutos.

El cambio inició hace algunas décadas pero se está acelerando en los últimos meses. En espacios como Tvolución – el sitio de video en vivo y bajo demanda de Televisa – ahora los seguidores de las telenovelas pueden ver cómo se hacen los castings antes de las grabaciones, y los aficionados al futbol pueden ver en línea y en tiempo real el entrenamiento de su equipo favorito.

Las historias que estaban acotadas a un lugar y un espacio se expanden; la fantasía se mezcla con la realidad y lo que era una experiencia sólo visual o auditiva se vuelve de 360 grados. Personajes de series de ficción que tienen cuentas en twitter y dialogan con los fans; consumidores que se convierten en productores y organizan las campañas de sus marcas favoritas vía concursos en youtube; adictos a series de televisión condenadas a desaparecer que se organizan en Facebook y Twitter para reclamar a las cadenas y a los patrocinadores que hagan lo que tengan que hacer para mantener vivos a sus entrañables personajes.

El fenómeno está en todas las plataformas y en mayor o menor medida ya se vive en nuestro país. Y la gran pregunta es, ¿cómo cambiará esta nueva dinámica la manera en que entendemos las cosas hasta ahora en otros planos? ¿Podemos seguir pensando en la educación como un proceso que empieza y termina en el salón de clases o que a lo mucho invade un par de horas en forma de tarea en el hogar? ¿puede el activismo político – ambientalista, pro derechos humanos o partidista – seguir siendo igual cuando las herramientas de comunicación están viviendo esta transformación?

El hilo conductor de esta revolución es el cambio en la forma en que se cuentan las historias. Ya no más una sola voz – sea un cineasta, maestro o gobernante – que decida autoritariamente cuándo y cómo empieza y termina un relato. Hoy se trata de encontrar la fórmula para que los otros – los que conocíamos como consumidores – adquieran un rol protagónico. No todos abrirán un sitio para agrupar al resto de los fans ni se convertirán en voceros a través de youtube, pero hay que crear las condiciones para que aquél que quiera hacerlo encuentre las herramientas y sobre todo los mensajes adecuados para poderlos comunicar.

Veremos quién entiende el tamaño y el sentido del cambio y lo aplica en beneficio de la sociedad.

Twitter.com/mariocampos

domingo, mayo 01, 2011

Se buscan anticuerpos

(Texto publicado en la revista www.frente.com.mx)

Hace un par de años México vivió una pandemia – la de la influenza AH1N1 – que recordó a todos la importancia de tener vacunas, planes de emergencia y equipos suficientes para hacer frente a una emergencia. Ahora, dos años después, el país enfrenta una amenaza similar, sólo que los virus son de diversa naturaleza y no parece que estemos listos para hacerles frente.

¿En qué consisten? Uno de ellos, de los más contagiosos, es el que infecta a la gente con la idea de las soluciones milagro. Si bien el bicho tiene varias presentaciones la lógica es la misma: si se fuera Elba Esther Gordillo del SNTE la mejora de la educación de los niños sería inmediata; si Calderón decide detener “su guerra” al narco, la violencia disminuiría en automático; si llegan Peña Nieto o López Obrador al poder el rumbo nacional comenzará a mejorar.

El esquema puede variar pero como todo producto milagro parte de que basta con cambiar una sola pieza – colocarte unos tenis, un parche o una pulsera – para que todos aquellos males que te aquejan desaparezcan de la noche a la mañana.

Otro de los virus es el de la confrontación. Triste conocido de tiempos recientes que se ve ansioso por volver. Lo vemos en los discursos de López Obrador que achaca todos los males del país a Felipe Calderón, en los priístas dispuestos a lucrar con la pobreza sin asumir ninguna responsabilidad sobre su papel histórico o reciente, y en los mensajes presidenciales que confrontan a quienes le critican sin antes dar señales de que entiende el dolor de quienes le piden respuestas distintas a los problemas nacionales.

La crispación es sin duda una de las peores amenazas porque ya hemos visto que tiene caldo de cultivo en el cual crecer. Se estimula desde la derecha y desde la izquierda, desde los medios conservadores y desde los liberales, desde las calles y desde las Cámaras, y la experiencia en el país es que nada bueno sale cuando desde el poder se apuesta a la división como la vía para ganar elecciones.

Por eso hacen falta anticuerpos: ciudadanos que frente a los que quieren vender las soluciones inmediatas, recuerden que los temas siempre son más complejos y las soluciones requieren de tiempo; que ante los discursos que pretendan satanizar a quienes piensan diferente, seamos capaces de construir puentes de entendimiento; que frente a los que busquen convencernos de que nosotros somos los que estamos divididos y confrontados, recordemos que generalmente son “ellos”, los grupos de poder político y económico, los que se enfrentan, casi siempre para llegar al final a un arreglo en que resuelven sus diferencias y somos los ciudadanos los que terminamos peleados.

Esos anticuerpos hacen falta en las universidades, que deben conservarse como espacios de diálogo y nunca de intolerancia; en los medios de comunicación, que bien pueden servir como puntos de encuentro y de comprensión de la complejidad y no sólo como campos de batalla ni propagadores de soluciones milagro; y en especial, hacen falta en los espacios de conversación ciudadana como las redes sociales, en las que siempre será más popular el que provoca que el que modera, pero que ahora como nunca demandan personas capaces de tomarse unos minutos antes de entrar a una guerra de insultos, con la sangre fría para valorar una noticia o comentarios antes de redistribuirlo.

Las señalas de que el ataque de los virus viene con todo están a la vista. Veremos si somos capaces de contenerlos a tiempo.

Twitter.com/mariocampos