Hace unos días, la mentira salió a flote en un espacio aparentemente inofensivo: el comercial de una máscara para los ojos de la empresa L´Oréal. El hecho fue dado a conocer por la agencia inglesa encargada de regular la publicidad en aquel país, la Advertising Standards Authority, que informó que las espectaculares pestañas de Penélope Cruz presentadas en el comercial como resultado del uso del producto anunciado, eran en realidad pestañas postizas.
Dato que a los ojos del órgano regulador es un problema pues confunde a los espectadores al exagerar los beneficios de la máscara; diagnóstico irrefutable, no así su postura expresada previamente - según reporta el diario español El País (25/07) – en el sentido de que dicha práctica no constituye un engaño. Extraña conclusión que se entiende en la lógica de L´Oréal, que en su defensa señaló que “"es una práctica común en la industria utilizar pestañas artificiales para asegurar una línea constante de pestañas en las condiciones de un rodaje o de una sesión fotográfica"”. Razonamiento que podría tener sentido desde la perspectiva de la producción de un comercial, pero que visto por las potenciales clientes no es otra cosa que un engaño.
Recurso que suponemos se puede extender a la venta de miles de productos, en particular en la industria de la belleza que en los hechos están lejos de generar los resultados prometidos. Ilusiones que se entiende son el motor la publicidad pero que no deberíamos ver como un ejercicio deseable. Menos aún cuando se extiende a campos como el de la política.
En esta semana, el gobierno de Marcelo Ebrard se convirtió en el principal promotor de la Torre Bicentenario, un edificio de 300 metros que pretenden construir a un costado del Bosque de Chapultepec. Ambicioso proyecto que parece digno de aplauso – como las pestañas de Penélope – pero visto con lupa genera tantas dudas como el resultado de la máscara.
Para empezar, porque el patrocinador del proyecto es el arquitecto Jorge Gamboa de Buen, director general del Grupo Danhos empresario que en su momento fue coordinador de Reordenación Urbana durante el gobierno capitalino de Manuel Camacho, ex compañero de gabinete de Marcelo Ebrard y jefe de Jesús Arturo Aispuro Coronel, entonces director de desarrollo urbano del DF, hoy secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda del GDF.
Pero hay más relaciones entre promotores y funcionarios, pues Aispuro Coronel se incorporó al GDF luego de fungir como Vicepresidente de Relaciones Institucionales de la empresa Reichmann International, promotora de la Torre Mayor. Y las redes se extienden aún más según han documentado varios periodistas, entre ellos, Carlos Ramírez (El Financiero 25/07), quien dio a conocer que la hija del dueño de Grupo Danhos es Elvira Daniel, ex candidata a la Asamblea Legislativa por el PRD y Directora General de Servicios de Transportes Eléctricos durante la administración de López Obrador como Jefe de Gobierno, periodo en el que el mismo grupo logró construir Parque Delta, Parque Duraznos y Parque Alameda - tres centros comerciales- y la torre de Reforma 222.
Datos duros que siembran dudas sobre un proyecto que ha sido apadrinado por Marcelo Ebrard aunque en este momento no cumple con el marco legal vigente; obstáculo menor para las autoridades que ante el dilema entre la legalidad y la viabilidad del proyecto han optado por promover el cambio en las leyes. Todo bajo el argumento de que se trata de un proyecto que detonará el crecimiento de la economía capitalina.
Con toda seguridad en las próximas semanas escucharemos hablar del bloqueo político al desarrollo de la Ciudad. Banderas que podrán resultar atractivas para muchos, pero que al menos a mi, me recordarán inevitablemente a las pestañas de la actriz española.