miércoles, mayo 21, 2008

¿De qué lado estamos?

Un grupo de la delincuencia organizada mató a un policía local e hirió a cuatro más. La víctima fue Juan Manuel Piñuel, un hombre de 41 años, casado y con un hijo. En respuesta al atentado, el encargado del Poder Ejecutivo ha dicho que el Estado de Derecho hará rendir cuentas a quienes han cometido esta barbarie criminal. "La democracia se impondrá al terror y la libertad vencerá al fanatismo asesino."

Ante estos hechos, el Congreso ha fijado su postura de forma unánime, todos los partidos han condenado el ataque. Incluso el principal líder de la oposición ha anunciado su apoyo a los cuerpos de seguridad, a la familia del policía muerto y ha recordado y refrendado algo que dijera en la tribuna en enero del año pasado: "...si las cosas se ponen feas, lo cual no es imposible, cuando se apaguen las luces de la fiesta y haya que apretar los dientes, yo estaré a su lado". Frase que formó parte de un discurso en el que le ofreció al gobierno que trabajarán juntos para construir una política de consenso en torno a este tema.

Como sospechará el lector a estas alturas, la historia que acaba de leer no tuvo lugar en México sino en España, y fue apenas el pasado miércoles 14 de mayo. El policía muerto era un integrante de la Guardia Civil, víctima del ataque de la organización terrorista ETA, que detonó una bomba en una casa cuartel.

Las similitudes del caso con la realidad de México, en algunas de sus aristas, son evidentes. Que un grupo que se encuentra fuera de la ley ataque a las fuerzas de seguridad, es un relato que nos es lamentablemente cercano. El discurso del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero tampoco nos sería del todo ajeno. El llamado al Estado de Derecho y la condena a la violencia ha sido frecuente, aunque con otras palabras, en el discurso del Presidente Felipe Calderón. Hasta aquí las coincidencias.

Ante los ataques que hemos visto en las últimas semanas - tres de ellos en contra de altos mandos de la PFP y la Secretaría de Seguridad Pública Federal- la respuesta de la oposición ha sido muy distinta a que se manifestó en España. En México, Ruth Zavaleta, Presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, reaccionó diciendo que la estrategia de combate al narco del actual gobierno ha resultado "temeraria", dado el número de policías y militares asesinados; al tiempo que Carlos Navarrete, líder del PRD en el Senado, afirmó que el Presidente Calderón debería investigar pero las ligas entre su antecesor, Vicente Fox, y el narcotráfico,

No se trata de invocar apoyos incondicionales ni cheques en blanco al gobierno en turno. Sin embargo, es de llamar la atención cómo la clase política mexicana acostumbra a criticar a los funcionarios, antes que condenar a los asesinos. Conducta que se suele extender a los medios de comunicación, que de manera sistemática denuncian los desaciertos de la administración federal, al tiempo que consignan con detalle, los resultados de la violencia del narcotráfico.

Dirán algunos que la labor de los medios es vigilar al poder, y que la oposición actúa de tal forma, en congruencia con su propia denominación. Sin embargo, queda la sensación de que algo anda mal. Cuando en España ETA mata a un policía en cualquier punto del país, las manifestaciones de rechazo no se hacen esperar. Lo que también lleva el tema al campo de la sociedad civil que - en nuestro caso - parece indiferente a la muerte de los encargados de protegerla, como si se tratara de una realidad que le es ajena.

¿Se imaginan en México un gran acuerdo nacional sobre este tema? ¿Un cierre de filas de gobiernos federal, estatales, municipales, partidos, congresos? Se ve difícil. Casi imposible.

Lo cierto es que el narcotráfico demuestra cada vez más que su desafío es al Estado mexicano. No a un partido, gobierno o gobernante en particular. Que la guerra es por definir quién tiene el verdadero poder en México. Ellos o nosotros como Estado. Y en este momento de definición, ¿no valdría la pena recordar de qué lado está cada quién?

Nadie puede señalar al Partido Popular de ser complaciente con el gobierno del Partido Socialista Obrero Español. Tampoco nadie espera menos de sus gobernantes ante una situación así. Miremos y aprendamos.

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