lunes, abril 04, 2011

De curas y ministros tuiteros

Artículo publicado en el semanario Frente.

¿Cuántas oportunidades tendrá un mexicano promedio de decirle su opinión al presidente de la República, el dirigente de un partido político o un candidato presidencial? Salvo que se trate de un integrante de alguna élite, ninguna. Por eso lo que ocurre hoy, en particular en twitter, es un hecho extraordinario. Porque aquella promesa de que en la red las distancias entre figuras públicas y ciudadanos ordinarios se acortan, es una realidad.

Prueba de ello son las cuentas de @FelipeCalderon, @GustavoMadero, @Hmoreira2011, @JesusOrtegaM, @JosefinaVM o @MFBeltrones. Ejemplos que muestran que cada vez son más los políticos que deciden entrar a ese espacio porque saben que ahí está el público con el que se quieren comunicar.

El fenómeno es interesante porque ingresar a esta cancha implica un riesgo adicional al que corren en los medios tradicionales. Ninguno de ellos, por ejemplo, daría una entrevista de radio o televisión sin conocer ciertas condiciones: espacio, entrevistador, tiempo y tema. En contraste, en la red no hay horarios, no existe un gran moderador que otorgue la palabra y las posibilidades de control sobre su imagen son nulas.

Cuando una figura pública juega en las noticias lo hace como si fuera el equipo local, conoce bien la cancha y al otro equipo, cuando lo hace en twitter, juega como visitante. En la red social cada usuarios se sabe dueño del balón porque asume que los filtros que existen en la vida real – desde puertas y porteros hasta escoltas y protocolos – desaparecen para quedar en una relación uno a uno, o mejor dicho, muchos a uno. Porque a diferencia de los canales de contacto previos – como los correos electrónicos – en éstos no sólo se entera el destinatario final del mensaje sino que todos aquellos que siguen al emisor pueden saber de que hay un esfuerzo por hacer un contacto. En esta cancha sí hay un costo para aquel que es invocado una y otra vez y nunca responde y eso también es parte de las reglas no escritas de esta nueva realidad.

Así que si bien es cierto que entrar a las redes no es sinónimo de diálogo – basta ver a las figuras que tienen miles de seguidores pero no siguen ni platican con nadie– el sólo hecho de abrir una cuenta marca una pauta diferente. En mi experiencia, por ejemplo, es mucho más fácil obtener una entrevista con aquellos que twitean que con los que siguen protegidos por equipos de trabajo que los aíslan del resto de la sociedad.

Lo que sigue, claro, es que aquellos que quieran influir en la conversación que se produce en línea estén dispuestos a hablar y a escuchar, que renuncien a los monólogos – estilo @LópezObrador_ – y que empiecen a hablar como personas y no como boletines de prensa. Es importante también que si bien no siempre sean ellos los que manejen la cuenta, sí sea al menos sea una persona de su primer círculo quien tenga a su cargo tan importante responsabilidad para que cuente con capacidad de interlocución y sus respuestas sean reales.

Finalmente, tanto los visitantes como los locales tenemos que aprender. En un principio, la tentación del desahogo es mucha. La distancia entre figuras públicas y el ciudadano común es tradicionalmente grande y a veces el resentimiento se hace evidente cuando existe la oportunidad de mandar un mensaje de manera directa. El problema es que con esa práctica en vez de tender puentes se termina por alejar a aquel que muestra disposición a escuchar.

Quejarse de la usual lejanía de los políticos sólo para agredirlos a la primera oportunidad que se acerquen es una práctica que termina siendo autodestructiva pues no sólo afecta al que llega sino al que está y pierde un canal directo de comunicación.

Sin duda algo se está moviendo en el país: que el mayor jerarca de la Iglesia Católica en México - Norberto Rivera (@primadodemexico)- y que un ministro de la Corte - @JRCossio - hayan abierto sus cuentas en las últimas dos semanas son señales de que incluso entre los poderes tradicionalmente más verticales y opacos, crece una noción de cambio. Hay que entender este movimiento y saberlo apreciar.

Twitter.com/mariocampos

2 comentarios:

Claudia Guerrero dijo...

Sin duda el twitter abre canales de comunicación inéditos, la responsabilidad de lo dicho, el no olvido, la privacidad y la cercanía nos cambian la forma de relacionarnos en el mundo, quizás más a quienes se mueven en esferas públicas cuando descienden a hablar y escuchar a los sujetos concretos.

A un twittero le leí, que en el twitter había descubierto a gente famosa, quizás también es que no siempre los reflectores están bien orientados.

A mí me empezó a seguir Guillermo Anaya, candidato del PAN al gobierno de Coahuila y dije que bien... luego se desapareció... no sé si sean parte de estrategias hasta robotizadas para aumentar seguidores y luego dar unfollow..


Gracias Mario, por compartir lo que vas observando desde tu vida y profesión.

Edgar D. Heredia Sánchez dijo...

twitter abre una gran gama de posibilidades de comunicación, por un lado se puede interactuar con figuras públicas reconocidas, con periodistas, artistas, intelectuales, políticos; o bien, ciudadanos comunes y corrinetes con los cuales se busca una interacción que resulta ser mucho más sencilla con los "don nadie" que con aquellos que tienen algún asomo o pretensión de celebridad que como bien señalas unos sólo escriben monólogos y no entienden la razón de ser de twitter.

por otro lado, están los usuarios de twitter que en muchos casos vuelcan sus frustaciones, su rabia y su impotencia para insultar a otro tuitero, el mejor ejemplo resulta no un político sino un periodista con el cual se puede tener diferencias sobre su estilo o utilidad en pantalla como lo es lopez doriga a quien un desliz le valió todo tipo de burlas y comentarias y muchas de ellas llenas de rencor y rabia que no puede entenderse sino por el malestar social, por la incapacidad de encontrar respuestas y soluciones a sus propiosproblemas y que en su manifestación vuelcan catárquicamente todo aquello que traen en su interior, twitter es un gran ejercicio de interacción y retroalimentación, así como de una oportunidad de reconocer personas con nuestras mismas inquietudes y dudas, pero también es un gran foro y palestra para vaciar todo el odio y rabia que se encierra en los sujetos...