martes, noviembre 08, 2005

Planeta TV

(Texto publicado en la edición de Aniversario de la revista Etcétera)
¿Eres de las personas que no saben qué hacer con su vida? ¿sientes que has perdido el rumbo? Pues sufres porque quieres. Basta con que te sientes durante una hora frente de un televisor para que encuentres todas las respuestas, incluso aquellas que no sabías que estabas buscando. Tan sólo con la programación de un domingo cualquiera, tienes para eso y mucho más.
¿No estás a gusto con tu cuerpo? Bien puedes raceconfortarte viendo cómo reconstruyen a una persona que está en tu misma situación. Desde cirugías de alto riesgo, hasta los pantalones que dan forma a los glúteos, todo en función de tu presupuesto y disposición al riesgo. Si no te convence, tampoco te agobies que ya hay una marca que reivindica la “belleza real”, aquella de las mujeres con curvas, nada menos que un grupo de apoyo en cápsulas de 20 segundos.
Desde el cuidado de tu cuerpo hasta el equilibrio emocional, todo al alcance del control remoto. ¿Mucho estrés? Nada que no se pueda arreglar en “la zona Sabori”, una línea de productos embutidos que casi encarna al ying-yang. Nada mal para un jamón, aunque aún está muy lejos de ofrecer la tranquilidad que se obtiene al ser una buena persona. Apoyar a un sueño antes de dormir, ¿qué político puede competir contra eso? Desde tu recámara, con música de fondo, cada semana puedes ver desfilar ante tus ojos a una serie de tragedias que se pelean por tu atención. Ya se ganaron la dedicación del “Perro” Bermúdez y el amor de Galilea Montijo, ¿y tú le vas a negar tu apoyo? Mira que rechazar a la niña que tiene un tumor y requiere de tu voto, es como elegir tu propia desgracia.
La televisión lo puede todo. Construye el significado de la nacionalidad – “Celebremos México” -, separa a los políticos decentes de los corruptos, y en el inter, entre bloque y bloque, te acerca a aquellas marcas que pueden darte autoestima, pertenencia, estatus, sentido de trascendencia, y todo aquello que te haga falta. No cabe duda, la televisión está en su mejor momento.
Mientras los partidos políticos se desprestigian y las iglesias pierden fieles, la televisión se consolida como la generadora de significados más grande que haya existido en la historia. ¿Y pensar que algunos han dicho que la tele está sólo para entretener? ¡Herejes! ¡Cómo se ve que quienes más la critican son quienes menos la ven! “¡Ebrutece!”, dicen, como si con eso descalificaran a una extraordinaria fábrica de contenidos: “bodas de luz” transmitidas a las 10 de la mañana, que muestran cómo una pareja garantiza un futuro de felicidad con vestirse de blanco y ponerse en manos del gurú del momento; largos debates sobre OVNIS, exorcismos, y fantasmas; 24 horas al día, siete días a la semana, de todo y para todos los gustos.
Lástima que ya haya muerto el sociólogo Pierre Bourdieu, aquel que hace unos años proponía que nos preguntáramos si tenía sentido salir en la televisión. ¿Se imaginan la respuesta de los damnificados del mundo, aquellos que reciben recursos en función de su presencia mediática?, ¿o la sonrisa irónica de Arturo Montiel, que ni chistó cuando la revista Proceso denunció su patrimonio, hasta que vio su caso en televisión?
Si en su momento la pregunta del francés ya era atrevida, hoy parecería completamente fuera de lugar. De las guerras al futbol global, de los ataques terroristas a la inminente pandemia, de la naciente superstar a la siguiente temporada de la moda, todo enmarcado en la pequeña pantalla que no se cansa de mostrarnos su poder, y que además ahora nos vigila desde el supermercado y algunas estaciones de gasolina, demostrando que aún no ha terminado de crecer.
En un mundo en el que lo efímero se impone, y los temas y los actores desfilan unos tras otros, no podemos dejar de reconocer la constancia de esa “caja idiota” que ha venido a cambiar el mundo, y que hoy como nunca demanda nuestra atención aunque sea para discutir si es en éste, el Planeta TV, en el que deseamos vivir.

1 comentario:

J.S. Zolliker dijo...

No manches que buen artículo!
Felicidades!