lunes, diciembre 05, 2005

Como actos de Fe

(Artículo publicado en la revista Etcétera del mes de diciembre)

Quién lo iba a pensar! Ahora resulta que para consumir medios no sólo hace falta tiempo y en ocasiones dinero, sino también hace falta fe, mucha fe. Así tiene que ser, por ejemplo, si uno quiere entender qué está pasando en la política de los Estados Unidos y lo intenta hacer a través de la revista Newsweek, la misma que en su edición del pasado 14 de noviembre nos presentó en apenas cuatro notas, once menciones a fuentes no identificadas con nombre y apellido.
Es cierto que se trataban de temas delicados: los reportes sobre el inexistente uranio de Saddam Hussein, el tenso ambiente que envuelve a Karl Rove- el asesor estrella de Bush-, y un reportaje sobre la fuga de varios presuntos terroristas retenidos en Afganistán. Sin embargo, parecen demasiados anónimos para tan poco espacio, lo que nos deja a los lectores con la tarea de confiar en que ni los reporteros, ni las fuentes – agentes de la CIA, el FBI y funcionarios del Congreso y la Casa Blanca - están inventando historias.
Fe, pues, aunque sea en dosis pequeñas si las comparamos con las que uno necesita para creer en los contenidos de Simi en domingo, el espacio en medios de Víctor González Torres que se transmite por Tele Fórmula, en las madrugadas por Televisa, y en algunos otros medios menos evidentes. ¿O debemos creer que Ciro Gómez Leyva entrevista al Dr. Simi por convicción y no por el convenio que tiene el empresario con Radio Fórmula?
Habrá que pensar que sí, como debemos hacerlo para creer también que ese programa, conducido por Juan Manuel Rentería, es objetivo como sus encuestas, entrevistas y reportajes, en los que denuncia a las autoridades de todos los niveles de gobierno que se oponen a la agenda del dueño de Farmacias Similares. Todo un comercial empaquetado como producto informativo. El equivalente, tal vez, de los espacios comercializados que nos presentan en noticieros y programas de entretenimiento, aunque sin avisarnos naturalmente que la señal que estamos viendo corre a cuenta de la chequera del “invitado”. Ni modo, mientras no se señale claramente cuáles son los espacios pagados, habrá que seguir creyendo en el mérito periodístico de los contenidos que los medios nos ofrecen.
Pero nada de lo que aquí se ha dicho se compara con la fe que exige a los televidentes el canal de televisión Enlace – “Una señal que viene de lo alto”, según su slogan - que para quienes no lo conocen, les cuento que se trata de una cadena internacional de “televisión cristiana” que transmite las 24 horas del día en varios continentes.
Que un proyecto así demande una actitud comprometida de su público no debería llamarnos la atención, de no ser, claro, por la especie de Teleton espiritual que realizan periódicamente, en el que recaudan dinero para su causa gracias a las llamadas que reciben de diversos puntos de Latinoamérica, destinadas a recobrar el amor, el trabajo o la salud ausentes.
Respeto la libertad de credo, pero algo me dice que no está bien cuando presentan a una persona enferma de SIDA, curada milagrosamente, en el marco de una campaña de recaudación de fondos. Si como ciudadanos y autoridades somos quisquillosos con los anuncios de los productos milagro que prometen quitar la celulitis, ¿no deberíamos también serlo con quien ofrece el bienestar material con sólo responder a un religioso “¡Llame ya!”?
La fe siempre me ha parecido un artículo de primera necesidad. La requerimos para lidiar con nuestras temores, frustraciones, y hasta para seguir creyendo que un día nuestro equipo de futbol volverá a ser campeón, por eso es que me resisto a emplear mi capital de confianza –que no es que me sobre – para poder leer una revista, escuchar un programa de radio o ver la televisión. Habrá que apostar entonces porque los medios transparenten cada vez más sus fuentes, criterios editoriales, y contenidos en general. Sé que así será algún día, nomás no perdamos la esperanza... y mantengamos la fe.

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