viernes, febrero 03, 2006

Una caricatura de Mahoma mueve al mundo (o del valor de las imágenes)

Hoy quiero dejar en paz a los diarios nacionales para llamar su atención sobre lo que está ocurriendo en Europa y Medio Oriente por las caricaturas sobre Mahoma.
Por si no se han enterado, les cuento rápidamente de qué se trata. Resulta que en septiembre pasado en Dinamarca, un diario publico unas viñetas en las que aparecía el Profeta. Según lo que he leído, el tema no generó mayor polémica hasta el 10 de enero pasado cuando las mismas fueron reproducidas ahora en Noruega. La polémica se debe a dos factores: primero, las representaciones de Mahoma están prohibidas en el Islam, a eso se suma que en algunos de los dibujos aparecía con un turbante que resultaba ser una bomba.

Ante estos hechos se han generado una serie de reacciones muy intensas. Protestas en las calles, quema de banderas, boicots comerciales a productos noruegos, y quizá lo más serio hasta el momento, el llamado de Irán para que la Conferencia Islámica sostenga una reunión extraordinaria de sus 56 países miembros para tratar “el ataque al mundo musulmán”.

Hasta ahora las respuestas “occidentales” se han dado en dos sentidos, por un lado, el gobierno de Dinamarca ha sido enfático en difundir su respeto a la comunidad musulmana; por el otro, un diario francés – en solidaridad con los otros medios – ha reproducido las polémicas imágenes apelando a la libertad de expresión (Interesante, por cierto, que el diario El País no las muestre).

Aquí terminan los datos duros. Ahora quisiera compartir mi lectura de estos hechos.

Lo primero que me llama la atención es que este caso documenta el frágil equilibrio que existe entre el mundo occidental y una parte del mundo musulmán. El discurso iraní sobre el ataque de los medios, no tendría sentido para muchos de los manifestantes sino existiera previamente un caldo de cultivo apropiado, y es evidente que están dadas las condiciones para que se prenda la mecha en esa tensa relación.

En segundo lugar, el caso nos ilustra el peso de la globalización. Las caricaturas se publicaron en Noruega y sus efectos se sienten en la India, Francia, Inglaterra, y quizá no tarden en llegar a este continente.

Y finalmente, esta polémica nos recuerda también el valor de lo intangible. Estoy seguro que los autores de las viñetas jamás se imaginaron las posibles consecuencias de su trabajo. No obstante, esta historia nos recuerda que una imagen puede tener tanto impacto como un misil…así se trate de una caricatura.

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