lunes, agosto 14, 2006

El futuro de Felipe (Calderón)

(Artículo publicado en Excélsior el 12 de agosto)

¿En dónde está Felipe Calderón? Esa es la pregunta que en público y en privado se escucha cada vez con mayor frecuencia. Y es que, por estrategia o por incapacidad, los panistas han entregado el espacio mediático —verdadera plaza pública— a Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores, quienes se mantienen día a día como los protagonistas de la información.

Especular sobre el bajo perfil público del candidato presidencial de Acción Nacional sería ocioso, de no ser por el efecto que ello tiene al servir como caldo de cultivo para quienes hablan de su debilidad e, incluso, reviven las versiones sobre un posible interinato ante la posibilidad de que no llegara a tomar posesión el próximo 1 de diciembre, si así lo valida el Tribunal Electoral.

Frente a estos rumores, bien vale la pena preguntarse por qué no se siente el peso del michoacano. A esto habría que responder, en primer lugar, que de algún modo es un asunto de percepción, pues si bien no ocupa las primeras planas ni los titulares informativos, Calderón mantiene activa su agenda. El problema se explica entonces, al menos parcialmente, por la lógica del espectáculo mediático. Competir en atractivo con un plantón, una toma de casetas o el cierre de oficinas bancarias, resulta difícil para cualquier actor que busque destacar en las noticias, en especial, cuando la contraoferta suele ser un acto cerrado en el que el candidato panista dialoga con algún sector de la sociedad en un formato tradicional.

A esta falta de seducción mediática, se suma la camisa de fuerza que se ciñe sobre el panista y que le impide actuar como presidente electo, a riesgo de ser criticado por no esperar al fallo del Tribunal Electoral. Quien lo dude, puede recordar la intensa reacción que generó el aval ofrecido por Elba Esther Gordillo, que les ganó condenas para ambos personajes. Con estas dos limitantes, vemos a un virtual candidato ganador que no parece serlo. Quizá porque confía en que el Tribunal terminará por avalar su triunfo y eso cambiará definitivamente su estatus. Vistos los primeros datos del recuento, todo indica que así será, pues ante la ausencia de irregularidades que indiquen la realización de un fraude, más allá de errores o hechos aislados, es predecible el próximo reconocimiento al proceso electoral del 2 de julio y a su resultado.

De ser así, pasaremos a una nueva etapa en la que el panista tendrá que actuar como Presidente electo. El desafío no es menor. Si bien podrá presumir de la legalidad de su triunfo y que su legitimidad es suficientemente sólida, según los votos y las encuestas poselectorales publicadas, lo cierto es que el principal desafío se presentará en el campo de la gobernabilidad. Es un tema complejo, no hay duda, pues en sentido estricto esa batalla deberá sortearla —al menos de aquí a diciembre— Vicente Fox. Sin embargo, de lo que ocurra desde septiembre hasta finales de noviembre, dependerá de en qué condiciones asumirá el poder el segundo presidente panista de la historia. Para esta nueva etapa, será clave la manera en que se desarrolle la relación entre el mandatario saliente y el entrante. Más allá de las formalidades, está claro que todo encuentro entre ambos personajes y sus equipos de trabajo puede resultar una fuente importante de noticias para el largo periodo de espera previa a la entrega formal del poder.

De este acuerdo también dependerá el uso del capital político que aún mantiene el gobierno saliente. Menospreciado por algunos medios y analistas, no deberá perderse de vista que seguirá dependiendo de Vicente Fox el uso de los recursos económicos, legales y políticos de toda la administración. De ahí que habrá que ver si se ponen al servicio de la causa de su sucesor o si se reservan para cuidar la imagen del actual Presidente.

Adicionalmente, Calderón deberá relanzar la frustrada cargada que se presentó luego del reconocimiento a su triunfo por parte del IFE. Declarado ganador por el Tribunal, ahora sí no quedará ya ningún impedimento para que gobiernos extranjeros y estatales feliciten a quien será el siguiente Presidente, lo que también dará pie a nuevas especulaciones en torno de quienes podrían ser parte de su futuro gabinete.

Es importante señalar que dicha etapa también resulta compleja, pues ante un entorno que demanda decisiones, aún no contará con el poder formal, de ahí que el panista deberá trabajar con el poder que genera su mera expectativa. Calderón no podrá dar nada, pero sí podrá ofrecer. Por eso, los futuros encuentros con el panista adquirirán un mayor estatus, factor que deberá ser aprovechado para intensificar sus reuniones con actores que al mismo tiempo que fortalezcan su legitimidad, le permitan ir tejiendo los hilos –mediante acuerdos y compromisos– que servirán para la gobernabilidad de lo que eventualmente será su mandato.

En este momento, las miradas están puestas en la resistencia de López Obrador, los conflictos estatales y el intenso calendario político que trae consigo septiembre. No obstante, vale la pena empezar a mirar lo que dentro de poco deberá ocurrir con el hoy, casi invisible, Felipe Calderón.

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