martes, mayo 12, 2009

¿Quién paga por difundir un rumor? (Sobre una ética de los cibernautas)

Cuándo una autoridad comete un error y es descubierta va en contra de su credibilidad. Cuando un medio de comunicación publica un reporte impreciso, pierde prestigio. Y cuando alguien manda un correo con información falsa, ¿quién asume la responsabilidad? La pregunta viene a cuento luego del desfile de correos que circularon en los últimos días con versiones en torno al tema de la influenza. Explicaciones que no sólo quedan en el mundo del anecdotario sino que tienen consecuencias prácticas por las que alguien debería asumir un costo.
Pienso, por ejemplo, en aquellos que voluntaria o involuntariamente dieron vuelo a la versión de que habría desabasto o incluso un cierre de los supermercados. ¿Cuándo pasó? Nunca, salvo por aquellas tiendas que vieron un ejemplo más de profecías autocumplidas, cuando en el afán de hacerse de bienes ante la inminente escasez, los impulsores de las compras de pánico terminaron por provocarla.
En el mismo sentido habría que preguntarse por los cientos, cuando no miles de muertos, que según algunas cadenas estaba ocultando el gobierno federal en complicidad con los medios de comunicación. “Digan la verdad”, exigían algunas voces indignadas. Bien, pasó ya el punto crítico de la epidemia y siguen sin aparecer los familiares de todas las víctimas. Las esquelas nunca aumentaron y ninguna funeraria o panteón ha sido materia de una nota que documente su reciente periodo de bonanza. Habría que suponer que los miles de muertos eran almas solitarias que apenas murieron se fueron al cielo (al infierno o al destino que ustedes gusten) sin dejar rastro alguno.
Como tampoco dejó rastro la megadevaluación que venía y que dio vida a la “cortina de humo” que montó el gobierno federal, ni la venta de PEMEX o la recuperación de los negocios que traería la pandemia porque “es con las guerras o con las enfermedades cómo se reactiva la economía”, según contaba uno de los correos más populares. Al menos, la receta no funcionó para nuestro país que ha perdido miles de millones de pesos como resultado de las medidas de contingencia.
Las mentiras que se vivieron en esta crisis fueron de antología y muchas son para morirse de risa de no ser porque tienen efectos negativos concretos. Entre otros, en personas que sintieron más miedo del habría sido pertinente en una situación así; en otras, porque dejaron de cuidarse motivados por la idea de que todo era un plan del G7 o del gobierno panista, que por alguna razón que nunca se explicó contaba con el aval de científicos de la UNAM y con el testimonio de Manuel Camacho Solís, hombre cercano a la izquierda de López Obrador.
Versiones que no tenían sentido pero que contribuyeron a debilitar la confianza en las instituciones, problema que va más allá del partido o del gobierno en turno. El escepticismo es sano pero cuando eso nos lleva a convertirnos en cajas de resonancia de la ignorancia y la mala fe entonces deja de ser útil para convertirse en un elemento que juega en nuestra contra al impedirnos tomar las mejores decisiones.
Tengo la seguridad de que todos aquellos que mandaron correos con esas historias a sus amigos y familiares lo hicieron de buena fe; que aquellos que decían saber de muy buena fuente lo que de veras estaba pasando, lo hacían con ganas de ayudar. No obstante, las buenas intenciones no deberían impedir que seamos autocríticos y pensemos en qué ayudamos a los otros y al país cuando nos convertimos en profetas del complot.
No es común el ejercicio, menos en internet y tal vez no resulte popular la idea pero habría que asumir como ciudadanos nuestra parte de responsabilidad en la desinformación, empezando, claro, por nosotros, y por aquellos que amable pero equivocadamente nos invadieron con esas falsas fuentes de información.

5 comentarios:

monica dijo...

Hola,

Creo que alguien tendría que pagar el costo, y no mi estómago y mi cabeza.Yo,como supongo otras 300 personas fuí víctima del miedo, y no me di cuenta, hasta que descubrí que no estaba durmiendo bien ni nada y tuve que detenerme y poner en orden todas las ideas influencescas.. :P

Edgar D. Heredia Sánchez dijo...

Una nueva caja de resonancia.

Los rumores, los chismes, la informacón no confirmada, son y han sido parte del desarrollo de las sociedades. Más allá de modelos de convivencia y contratos sociales, así como de sistemas políticos y modelos de gobernación, los rumores, las verdades incómodas han pululado a lo largo de la historia del hombre. Me viene a la memoría el caso de Carlos IV, el último de los Habsburgo como monarca del Imperio español, "Carlos el hechizado", un hombre minusválido mentalmente por el conjunto de relaciones incestuosas entre la realeza europea de la época que dervó en el empobrecimiento de la sangre y con ello el desarrollo y el campo fértil para el desarrollo de enfermedades mentales y físicas aún. En aquella época se mencionaba que el monarca, para salvaguardar su dignidad y superioridad se decía que Carlos era presa de un embrujo, de un hechizo que le impedía ejercer el gobierno y más aún le impedía reproducirse y dejar descendencia, los estudios subsecuentes y a la luz de la ciencia hoy se sabe que debido a la falta de nutrientes de la sangre resultado de un emparentamiento incestuoso ello provocó que Carlos IV estuviera impedido mental y físicamente para llevar una vida normal.
Vale esta anotación histórica para ejemplificar que los rumores son naturales a la sociedad y que todos ellos son fruto del poder, los válidos de la corte española se encargaron de propagar el rumor de que el monarca estaba hechizado y fuerzas contrarias o intereses contrarios al imperio, de tal modo, que esas sospechas y suspicacias que se guardan en cada una de las informaciones -desinformaciones- que se difunden por internet no son nuevas, son antiquísimas, la diferencia radica en que hoy día Internet se configura como una caja de resonancia colosal, que da cabida y difusión a la mayor cantidad de historias por más inverosímiles que parezcan, la mayor parte de ellas son difundidas y promovidas por el poder, creer que son ciudadanos comunes y corrientes quienes inician la propagación y reproducción de estas informaciones no resulta viable, al menos en lo general, habrá sus excepciones pero por lo general la difusión de información -desinformación- con cierto éxito encuentra sus raíces en intereses con un poder de difusión mucho mayor al que tiene un individuo promedio o más aun que tenga cierto grado de destreza en el manejo informático.
En todo ello el campo fértil deriva de la desconfianza de los ciudadanos en sus gobiernos e instituciones, en una historia verificada de engaños y pantallas que busca distraer o direccionar en cierto modo la opinión pública y eliminar o diluir el impacto de escándalos de corrupción, quiebre de las finanzas públicas y el engrosamiento de la deuda pública o cualesquiera que sea los eventos que dañan la imagen gubernamental y más en tiempos electorales. La habilidad y los riesgos de esta manipulación son altos y si no son manejados adecuadamente son contraproducentes y generan un descontento tal que inviabilizan a gobiernos.

Trinsk dijo...

Creo que en algún momento todos hemos sido víctimas o victimarios de la especulación; ya sea en el ámbito comercial, en el político o en el social, los humanos somos animales sociales con vicios por naturaleza, y entre ellos se cuenta precisamente el rumor: hay toda una psicología detrás de ello.

Cortina de humo o no, la realidad es que los medios de comunicación en general dejaron de lado gran parte de los temas de la agenda concentrándose en el sensacionalismo de la noticia que ofrecía un "virus mutante" para aumentar ratings. Lo triste aquí es que como nación tengamos tal desconfianza en nuestros gobernantes, que solamente atendamos situaciones sensacionalistas y que dificilmente cobremos conciencia como decía mi abuela, "a fuerza de catorrazos".

Coincido en que el supuesto desabasto de tiendas, recuperación económica o complot de las farmacéuticas no son mas que especulaciones sosas de ociosos, sin embargo la internet se encuentra desregulada y clama la ética individual de quienes la utilizamos. Tengo un par de conocidos cuasi-desconocidos en la radio por internet; una de las locutoras tiene también un espacio en radio abierta, y su comportamiento es radicalmente distinto cuando está en internet: despitorra contra todo y utiliza lenguaje poco apropiado argumentando que "para eso es la internet"... Cuestión de cultura y educación, hace falta aceptar las consecuencias y responder por ellas.

Sí existe el virus de la Influenza A-H1N1. Sí se han dado casos confirmados en México y el extranjero. Sí ha habido defunciones a causa del virus. Sí existe riesgo de una pandemia. Sí se trata de una nueva mutación que por evidentes razones era desconocida (¿o debemos exigir a los investigadores el don de la clarividencia?). Sí hubo una manipulación de los medios de comunicación / Sí hubo un descontrol en la cobertura que hicieron los medios de comunicación. Sí somos un pueblo desconfiado de sus gobernantes, por causa de un bicentenario de historia.

Karina Velazquez dijo...

Creo que cada uno de nosotros deberíamos ser responsables de lo que difundimos en Internet en nuestra justa medida.

Estoy de acuerdo en que se generó toda una ola de desinformación, pero ésta se detiene si nos paramos 5 minutos a pensar siquiera "¿este e-mail es comprobable, hay datos creíbles en algún lugar que lo apoyen, ayudará a alguien?" si la respuesta es no a alguna de estas interrogantes, parar ahí esa cadena de desinformación. Por supuesto, quienes estamos en el negocio de la información debemos analizar aún más y hasta explicarles a aquéllos que nos mandan esto por qué un e-mail sin fuentes no puede ser una fuente de información fiable.

Pero sí tienen responsabilidad (unos más, otros menos) sobre lo que envían, digo, a mí no me llegaron e-mails de parte de sobrinitos de 10 años que no tienen ni idea de qué está pasando en el mundo, me llegaron e-mails de parte de personas educadas, profesionistas en su mayoría, que por pura pereza mental únicamente presionaron botones para añadir a sus conocidos y ya.

Me parece deplorable que siendo personas de este nivel no se tomen esos 5 minutos para tratar de entender algo que nos afecta a todos. Todavía fueran los e-mails cadena comunes y corrientes que nos llegan de todo tipo, pues bueno, causan sólo dudas o miedo momentáneo, pero como bien dices, este tipo de desinformación causó (y sigue causando) miedo o que la gente no se cuide.

Qué deplorable sería que alguien pudiera morir porque leyó un correo cadena y le creyó que la influenza es una farsa.

Wordsmith Miyamoto dijo...

El medio de comunicación más prolífico y diverso ofrece las más grandes ventajas jamás imaginadas para los usuarios. El internet es una alegoría de la postmodernidad, sin embargo, a toda virtud corresponde un defecto, uno de ellos es precisamente, la inexistencia de ética. Gracias por posts tan buenos!!