jueves, julio 07, 2011

#fuaaa o el riesgo de emborracharse en público

(Artículo publicado en www.frente.com.mx)

El Gran Hermano – con sus diferentes versiones – era una preocupación recurrente en diversos autores del Siglo XX. Inspirados, o mejor dicho, aterrorizados, por el poder de los sistemas totalitarios advertían sobre los riesgos de contar con Estados capaces de verlo todo. En sus distopias – utopías negativas - los escritores imaginaban pantallas vigilantes que supervisaban cada uno de nuestros actos y lo consignaban para ser juzgado por alguna autoridad. Por fortuna, en este momento del Siglo XXI son pocos los sistemas de gobierno que se acercan a esa pesadilla.

Sin embargo, algo de su temor se ha materializado en nuestros días. La diferencia, sin embargo, es que no se trata de un gran ojo vigilante guiado por un interés político, en su lugar lo que tenemos son miles, en realidad millones, de personas que están dispuestas a dejar constancia para que los demás lo vean, de lo que hacemos o dejamos de hacer. La idea del gran observador/juzgador se ha materializado en forma de teléfonos celulares y de redes sociales que a través de internet pueden compartir en pocos minutos los mismos materiales.

Lo vimos hace tiempo con el célebre protagonista de una detención en Sinaloa, que al verse en riesgo de ser trasladado en una patrulla sólo atinaba a decir: “tengo miedo”. El video tenía hasta unos días más de 13 millones 700 mil vistas. El doble de hits de la protagonista de “yo no choque, me chocaron”, que cuenta con la nada despreciable cantidad de 6 millones 362 mil vistas, todavía por encima del video del baile de la mamá de una cantante que entre sus diferentes versiones tiene más de 700 mil vistas de un asunto que se supone sería privado.

“Estrellas” de la pantalla youtubera a la que podría aspirar el “actor” de Fuaaaaa, otro hombre detenido que visiblemente borracho comparte su visión del universo ante las cámaras y que en pocos días se convirtió en trending topic en Twitter y que ya rebasaba las más de 98 mil vistas, con decenas de parodias y copias en internet.

Todos (o casi todos) los que usamos la red hemos visto y en más de una ocasión nos hemos reído con alguno de estos materiales. La razón por la que lo hacemos no requiere mayor explicación, el ridículo ajeno siempre nos ha entretenido y se podría señalar que no pasa nada cuando una persona se vuelve blanco de la burla de cientos de miles o de millones. Incluso hasta se podría destacar que en muchos de esos casos se les grabó en espacios públicos y que en ese sentido no se violaba su intimidad. Puede ser.

Pero también es cierto que lo que hoy nos parece especialmente simpático no lo sería tanto si alguno de nosotros – o alguien cercano - fuéramos los protagonistas de esas historias. ¿Quién no ha perdido el control en alguna fiesta? ¿quién con sus amigos o familiares no ha “perdido el estilo”'? ¿quién en algún momento de confianza no ha hecho cosas que no quisiera ver publicadas en youtube, twitter o facebook?

Parece una cosa menor pero no lo es tanto. Porque lo que está de fondo en esta discusión son dos variables fundamentales para entender lo que ha sido nuestra vida hasta ahora: por un lado, los límites entre la vida privada (en algunos casos incluso la vida íntima), la vida que está a los ojos de los que nos rodean y la que hacemos con la conciencia de que podemos ser observados por cualquiera.

Y si eso no fuera suficiente está en peligro de extinción la idea de que lo que se hace en la vida es efímero, tanto para bien como para mal, porque la realidad es que una vez que un material llega a internet es difícil que desaparezca, lo que ha provocado una serie de debates en varias partes del mundo sobre lo que ya se conoce como el derecho al olvido, la idea de que lo que uno hace en cierta etapa de su vida (o con cierto grado de alcohol en la sangre) no debe quedar registrado para siempre.

La reflexión parece absurda si se plantea como un asunto colectivo porque no hay indicios de que los celulares con cámara vayan a desaparecer o que la creciente cultura de grabarlo todo y compartirlo se revierta en el corto o mediano plazo, aunque no por ello deberíamos renunciar a preguntarnos si queremos vivir en un mundo así.

Por lo demás, lo que sí está al alcance de nuestras manos es tomar conciencia de la dimensión del fenómeno que hoy estamos viviendo y al menos tratar de controlar lo que sí está en nuestras manos.

Twitter.com/mariocampos

3 comentarios:

DRUSHK dijo...

Hola Mario , sis duda interesante reflexión que los lentes de las camaras pueden ser muy agresivos. El peligro que corren "las estrellas" al ser invadidas por los paparazzis ya es cosa de todos.

Sin embargo te dejo el video de una rola/parodia/chiste. Que a un servidor me hizo recordar con gusto a los mineros chilenos.

http://www.youtube.com/watch?v=ADv9TQLV1-0

Paulina dijo...

Grandioso, como siempre tu comentario Mario. Es interesante como el tiempo 'corre diferente' en las redes sociales. Como bien dices, una vez que el material llega a internet, se queda para siempre; sin embargo surgen batallas que, para quienes estamos en esto parecieran eteeeeernas, y se olvidan en 3 días, sin mayor trascendencia; y hay otras también de '3 minutos' que realmente se vuelven inmortales, ojalá fueran las que valen la pena.
Saludos

Edgar D. Heredia Sánchez dijo...

En la película red social cuando el personaje de Zuckerberg delata a su novia, que no es su novia y así, ella le dice algo muy cierto hay cosas que en red se escriben a lápiz y se pueden borrar, pero hay otras que se escriben con tinta y son indelebles, marcan de por vida, es cierto que la privacidad se pierde y se limita se reduce radicalmente, en tiempos de lo políticamente correcto del apetito por el raiting y lo novedoso, los medios de comunicación deberían de reparar en el uso de estas imagenes que se detonan, el caso del niño edgar en monterrey, del canaca en guadalajara y del fua en nayarit son detonados por los tradicionales medios de comunicación antes que en un país con limitado acceso de internet, todavía, eso es fundamental, si repasamos estos datos habría que incoporar estas variables de la responsabilidad de los medios que masifican y detonan el escarnio y burla nacional...