lunes, octubre 24, 2005

Guía para mirar la lucha en lodo

Guía para mirar la lucha en lodo
Como el célebre Terminator que al final de cada película siempre amenazaba con volver, así ha regresado a nuestras pantallas la lucha en lodo. Luego de unos meses de relativa calma en los que las grabaciones ilegales y la filtración de documentos oficiales desaparecieron, o al menos bajaron de perfil, ahora han vuelto en el marco de la batalla entre los priistas por la candidatura presidencial.
Que en las campañas se desarrolle una guerra sucia no es ninguna novedad. Hasta en los manuales más simples de la materia le dedican un apartado al tema, generalmente advirtiendo sobre los males que nuestro candidato podría padecer, pero también recomendando la obligada investigación a los adversarios. No obstante, el que sea común no lo hace menos condenable, primero porque viola a las leyes y siembra la sospecha sobre autoridades y medios, pero también porque coloca a los ciudadanos en una posición lamentable pues los trata como objetos de manipulación.
¿Qué podemos hacer los consumidores de medios cuando nos encontramos con información de ese tipo? Lo más sano sería mantenernos a distancia hasta ver su desenlace pero esto resulta casi imposible. No sólo porque este tipo de historias son irresistibles para los medios que de inmediato las difunden, sino porque también puede tratarse de información relevante, que más allá de sus componentes oscuros, merezca nuestra atención.
La pregunta entonces es cómo aproximarnos a estas noticias sin caer en el juego de aquellos que filtran la información. Lo primero que habría que buscar es quién es la fuente de la revelación. Si el escándalo tiene identificado al emisor, el tema puede tratarse de un asunto serio pues al menos hay alguien que asuma la responsabilidad, claro que esto suele ser la excepción y no la norma cuando se trata de guerra sucia, de ahí que lo que habría verificar es la solidez de las pruebas mostradas. ¿Hay documentos oficiales?, ¿alguna autoridad ya validó su autenticidad? De no ser así quizá estemos en presencia de información apócrifa, tal y como ocurrió hace algunos meses con unos supuestos estados de cuenta de Rosario Robles difundidos por René Bejarano, que al final resultaron ser falsos.
Si la noticia logra pasar ese primer filtro, bien podríamos enfocarnos en lo que algunos teóricos del periodismo llaman la completud de la información. Es decir, si la noticia cuenta con todos los elementos que permiten su comprensión. Si se habla de cuentas bancarias, se deberían detallar las fechas, y los nombres de las personas e instituciones involucradas; si se trata de una grabación, tendríamos que saber en qué condiciones se generó la conversación, de tal forma que tengamos la certeza de que lo que se nos está presentando no está sacado de contexto, ni lo que se exhibe son de un conjunto de datos aislados que no pueden ser verificados.
Sabemos que la función de este tipo de escándalos es el desprestigio de las personas involucradas, por ello es indispensable conocer el punto de vista de aquellos que aparecen en la información difundida. Por más sólidas que parezcan las “revelaciones” - usualmente cubiertas de un aura que las da por ciertas – debemos escuchar la voz de los afectados antes de llegar a una conclusión. El derecho de réplica, siempre necesario, adquiere una relevancia aún mayor en estos casos en los que lo que está en juego es la reputación de una figura pública.
Finalmente, cuando surge un escándalo la pregunta obligada es con qué intención nace a la luz pública. Si bien no debemos caer en el terreno de las especulaciones, si podemos hacer un ejercicio de análisis que nos permita identificar porqué apareció en ese momento, el nombre de los actores afectados y los datos generales de aquellos que pueden resultar ganadores con la difusión de la historia. Con esto no resolvemos el misterio pero al menos somos conscientes de qué podrían estar buscando aquellos que decidieron jugar a las luchas en lodo.
El proceso electoral apenas ha comenzado, formalmente llevamos menos de un mes de haber arrancado la carrera por el 2006 y ya hemos visto cómo se pueden poner las cosas. Los ciudadanos poco podemos hacer para frenar el espectáculo, pero está en nuestras manos el hacer un uso responsable de la información. Frente las batallas que se asoman a la vuelta de la esquina, al menos nosotros cumplamos con nuestra parte.
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