domingo, octubre 12, 2008

McCain, víctima de su campaña sale en defensa de Obama

"Hombre de familia", "ciudadano decente" y una persona a la que se admira y a la que no hay que temer, son algunas de las frases que se han escuchado en la última semana para describir al senador y candidato Demócrata a la Presidencia, Barack Obama. Nada nuevo de no ser porque el autor de las frases es su rival, John McCain quien ha salido en defensa de su adversario ante sus propios seguidores que insisten en considerarlo un peligro por sus ligas con el terrorismo, su inclinación al coumnismo y su origen árabe, tres mentiras que ha sembrado el equipo de campaña del propio McCain.

El candidato republicano, queda claro, es víctima de su propio éxito. El problema es que el senador McCain no se siente cómodo con el candidato McCain. El primero es un buen hombre, un tipo reconocido por propios y extraños por su capacidad de dialogar y entender a los otros. Ahí está su iniciativa en materia migratoria que constuyó junto con el senador Kennedy, una muestra de que no es un hombre de extremos, de descalificaciones. Pero esa faceta, quizá su mejor, ha quedado en el camino de la campaña, desplazada por los asesores republicanos que se han montado en un discurso de miedo para tratar de ganar una elección que cada vez se ve más perdida.

En las próximas semanas McCain deberá tomar una decisión: seguir por el camino de los ataques (que entusiasta ha abrazado su compañera Sarah Palin) - estrategia que hasta ahora lo tiene abajo en las encuestas y le ha obligado a salir en defensa de su (agradecido) adversario- o tratar de recuperar al John McCain que tantos admiran. Lo más probable es que en los dos casos pierda la elección, la diferencia es que en uno de los casos al menos no se perderá a si mismo.

1 comentario:

Edgar D. Heredia Sánchez dijo...

Hace meses Vargas Llosa, en el Reforma, escribió un artículo, a mi parecer, brillante sobre la enorme capacidad que tiene la política norteamericana, y con ello de su democracia, para renovarse. En ese artículo, palabras más palabras menos, Vargas Llosa advertía que la democracia norteamericana es sólida y exitosa porque no se cuestiona sus métodos de elección, este escritor recordaba como crujió en el año 2000, y casi llega al colapso la estructura electoral estadounidense; sin embargo, pocos cambios significativos a dicha estructura, resultaron de aquel dramático proceso, que tuvo que ser cancelado, que no concluido, por la suprema corte y la disposición del candidato demócrata fallido, Al Gore, y esto se debía a que los estadounidenses se ocupan más de la efectividad de la democracia, de lo que este sistema de organización sociopolítico permite y facilita a cada uno de los ciudadanos, anclando esta tesis en el convencimiento de esta sociedad por resguardar su valor cívico supremo, la libertad; la cual ha sido trastocada seriamente desde los atentados terroristas, pero ante este escenario de incertidumbre, la renovación de este valor político se encarnaba en Barak Obama, el artículo que te refiero se escribió antes de los caucuses de Iowa, quien con su carisma, su historia particular de vida puede significar lo que en su momento y contexto Kennedy, Reagan y en menor medida Clinton, representaron para revitalizar la política estadounidense, y este argumento lo contrastó Vargas Llosa con la realidad latinoamericana, donde señalaba que mientras los estadounidenses juzgan la eficacia del sistema de gobierno, los latinoamericanos nos ocupamos más de sus procesos de selección, los procesos electorales, donde nos desgastamos históricamente en los fraudes e inequidades de dicho proceso, yo creo que si bien esto no obsta para que se permitan prácticas electorales que trastocan el significado y sentido de emitir un sufragio, si nos perdemos es el árbol y no vemos la totalidad del bosque, si el mismo Bush aceptó en 2004 que la crudeza y acusaciones que en su momento John Kerry lanzó hacia su persona y viceversa, este sujeto rústico y prueba viviente de la medianía de la sociedad norteamericana, fue capaz de reconocer que esos comentarios son producto de un proceso electoral donde se vale prácticamente todo, difamar, mentir, poner en duda la integridad del candidato, su familia y equipo de trabajo, pero que la final del día el país es uno y como tal tiene que mantenerse igual para conservar su fortaleza.

Esa es la estatura de McCain, ataca a Obama, pero lo defiende porque sabe que el asunto racial es una herida no sanada del todo entre los estadounidenses, un tema polémico y divisorio que puede hacer retroceder décadas de avances y conquistas en la libertad de este sector de la población. Aquí en México ni de lejos tenemos políticos de esa responsabilidad y estatura, de hecho creo que ni políticos tenemos, lo que estos personajes son actores electoreros, que calculan el beneficio electoral de sus decisiones, total cuando ellos tengan el poder arreglarán el país de ahora y para siempre.