lunes, diciembre 01, 2008

"Tu opinión me vale..."

Rebeca Flores publicó - todos en Facebook - su indignación sobre los anuncios de Televisa y la crisis, Pico (Víctor Covarrubias) denunció el manejo del concurso para la nueva imagen del Servicio Postal y yo compartí mi desesperación por el pésimo servicio de internet de Cablevisión, temas distintos pero que tienen algo en común: se trata de acciones que nos indignan.

El problema es que de poco sirve porque más allá del desahogo colectivo - que siempre se agradece - en los hechos, ninguno de los aludidos - ni Televisa, Sepomex o Cablevisión - se sintió obligado a hacer algo al respecto. Y ése es, en mi opinión, el principal reto que tenemos por delante quienes nos asumimos como actores y no como objetos; los que decimos - como José Adolfo Ibinarriaga o Roberto Trad - que ya no queremos hacernos pendejos.

Por eso vale la pena preguntarnos qué nos está faltando. Tenemos información de lo que funciona y de lo que no, sabemos con claridad qué queremos cambiar, y lo mejor, ahora tenemos las herramientas de comunicación para encontrar a personas que comparten nuestra misma indignación. Ahora lo que nos falta es la herramienta (o la estrategia) para convertir esta sensación -usualmente acompañada de impotencia - en acciones capaces de impactar en los destinatarios de nuestro enojo.

¿Qué nuevas formas de protesta podemos encontrar que utilicen todo el poder de estos nuevos espacios?¿campañas de estatus de denuncia?, ¿formamos grupos que vayan acompañados de acciones concretas?, ¿mandamos correos de protesta? Iniciemos el debate...

2 comentarios:

Edgar D. Heredia Sánchez dijo...

Competitividad desarrollo: la mejor protección para el consumidor

A menudo nos sentimos indignados por el pésimo servicio que se nos presta en televisión de paga, internet, servicios de telecomunicación, cuando hacemos patente dicha inconformidad nos topamos con la realidad de que los teléfonos de queja o de atención al cliente son prácticamente inútiles, si pretendemos cancela el servicio nos encontramos con una gran cantidad ya no de trámites administrativos que realizar, sino de penalizaciones por atrevernos a rechazar seguir pagando por un servicio que no llena nuestras expectativas; sin embargo el via crucis no termina ahí, cuando recurrimos a las instancias gubernamentales encargadas de hacer valer los contratos nos encontramos con que dichas instancias, Profeco, son organismos carentes de las herramientas necesarias para sancionar al proveedor de servicio, su papel es el de ser intermediadores, lograr establecer acuerdos que salven la relación y a lo mucho llevar una bitácora de registro sobre las quejas de los proveedores de servicios que en mayor número incurren en abusos.

Todo ello nos lleva a la conclusión de que más allá de la limitada infraestructura institucional con la que contamos para defender al consumidor, es el magro desarrollo de nuestro sistema económico, el cual descansa en un reducido número de proveedores que impide la competencia y con ello que se presten servicios o productos de calidad, es cierto que muchos de estos monopolios y oligopolios tuvieron su razón de ser en a protección a la soberanía y evitar que en los procesos de reconversión y modernización industrial, dichas empresas fueran absorbidas y rebasadas por competidores extranjeros, caso Telmex, empresa la cual si bien hoy día se ha convertido en un grosero monopolio, no olvidar lo tardado y burocrático que resultaba obtener una línea telefónica, por lo cual se protección por cinco años, que se extendió hasta 10 se hacía algo obligado.

Sin embargo, hoy día es necesaria la apertura a nuevos actores, que ellos paguen lo justo por el uso de la infraestructura de la empresa dominante, que asuman los riesgos de incursionar en mercados con clientes cautivos y que lo último que quieren es verse inmersos en dinámicas de migración que requieren de invertir tiempo y paciencia en los cambios de proveedor de todos y cada uno de los mercados en los cuales se incurre.

Hoy México requiere de mecanismos de desarrollo que estimulen la competencia y con ello la calidad en la prestación de los servicios, amén del impacto económico en el nivel de bienestar y la creación de fuentes de empleo, lo que un consumidor requiere es de opciones de consumo, donde los proveedores antes que asociarse en la protección de sus intereses y sigan ofertando basura, como las televisoras, se vean obligados a presentar productos y servicios de calidad donde la ganancia económica no este reñida con la calidad.

Organizaciones con poder económico donde la voz, la lealtad y la salida, como decía Hirschman, sean el vectores del comportamiento económico de un país.

Ontobelli کτγℓع dijo...

Esto es parte del aprendizaje democrático. Los medios masivos potencian a los ciudadanos, pero será hasta que tengan un costo en el bolsillo de los actores que entiendan.

No podrán ignorarnos todo el tiempo. Hay que subirles el costo de equivocarse y de tratar mal a su clientela.

¿Qué hacen viendo la TV y consumiendo lo que no les satisface?

Ya el Universal acaba de tener una pequeña demostración de lo que es equivocarse y hacerse mala publicidad a nivel mundial.

El Universal exhibido plagiando

Saludos.