miércoles, abril 23, 2008

Sobre la toma de la tribuna por parte del FAP

(Artículo publicado en el diario La Crónica el 23 de abril de 2008)

La maniobra fue anunciada a todo aquel que quisiera escucharla. Bajo la etiqueta de “huelga legislativa” el movimiento de Andrés Manuel López Obrador había adelantado lo que después veríamos como una toma de tribunas parlamentarias y que buena parte de los medios bautizarían como el secuestro del Congreso, etiqueta injusta para algunos, exagerada para otros, pero útil para entender la historia.

A la advertencia siguió una ejecución ejemplar. Ninguno de los coordinadores de las otras bancadas las vio venir; incluyendo a los perredistas ajenos a su corriente. Todo fue según el guión, justo en el momento en el que los coordinadores de las bancadas en el Senado, incluido el del PRD, Carlos Navarrete, discutían los tiempos para los foros en los que se analizaría la propuesta calderonista de reforma energética. Acuerdo que, de haberse alcanzado, habría hecho irrelevante la protesta callejera de AMLO pensada para demandar a punto de mítines lo que estaban a punto de ganar en la mesa.

Por eso el secuestro de las tribunas. Había que apropiarse de la negociación para marcar los tiempos y las formas. En principio funcionó. Se volvió inviable —aunque quizá ya lo era desde antes— la aprobación por la vía rápida y más de uno pensó que el debate posterior habría que apuntarlo a la cuenta de López Obrador.

El problema es que desde ese momento había indicios de que algo no andaba bien. Los líderes de los otros partidos dejaron atrás muy pronto la cara de sorpresa y angustia, y con malicia esbozaron una sonrisa. Sin prisa para negociar la entrega del rehén decidieron que pasara todo un fin de semana. Algo andaba mal. La esencia del secuestro reside en el valor que se le otorga a la víctima y aunque desde los medios se exigía con tono indignado su liberación, en los pasillos del Congreso nadie parecía urgido por alcanzarla.

Peor aún cuando al pasar de los días decidieron llevar su fiesta a otro lado. Reducidas las tribunas al mero papel de escenografía, las tomas dejaron de tener sentido. Ni siquiera la vergüenza de dejar plantada a la Presidenta de la India fue suficiente para forzar una negociación. Triste realidad: los secuestrados se dieron cuenta de que su rehén parecía importar a muchos, pero no a los que tendrían que pagar el rescate. Sensación que confirmaría el paso del tiempo. Incluso, cuando algunos colocaron nuevas cadenas para reiterar la ocupación al cerrar las puertas del salón de plenos, lo único que pasó fue que creció el abucheo de los espectadores, pero de los supuestos ofendidos no se supo nada.

Entonces el problema se volvió otro. Se había planeado la toma de la tribuna, no su entrega. Cómo salir entonces desde embrollo con la cara en alto. Hubo un momento en el que la salida se veía fácil. En la oferta de pago se habló de una tercera vía: no los 120 días que habían pedido, tampoco los cincuenta que otros ofrecían. La propuesta era un debate sin plazos. Ahí debieron haber firmado el arreglo, sólo había que entregar la víctima y salir a presumir la ganancia. No lo hicieron, dejaron pasar la oportunidad y ahora nadie les quiere pagar nada por un rehén que resulta terriblemente incómodo, casi un estorbo.

Lejos de los legisladores en huelga, los otros siguen aprobando leyes y diseñando las reglas para las próximas elecciones. Y los llamados secuestradores saben que deberían estar ahí, pero cómo hacerlo mientras se tiene a un rehén. Hay que soltarlo para volver a la mesa. La gran pregunta es cómo. Y en ésas están. La Comisión de Energía del Senado les ha dado una nueva oportunidad al fijar el calendario de los foros que terminarán en julio. Si la toman quizá encuentren, en medio de la confusión, una salida digna para esta historia de un secuestro que resultó fallido.

miércoles, abril 09, 2008

Tomar distancia: ¿somos testigos de la historia?

(Artículo elaborado para la revista Buzos)

Gracias a la magia de Youtube.com pude volver a mirar con mis alumnos de la Ibero el momento en el que Jacobo Zabludovsky – entonces titular del noticiario 24 Horas – confirmaba la muerte de Luis Donaldo Colosio la noche del 23 de marzo de 1994. Desde ese día han pasado poco más de 14 años y un par de semanas pero pareciera que hablamos de un país distinto.

En ese entonces, les decía a mis alumnos - quienes nacieron alrededor de 1985 - la muerte fue leída y llorada como si se tratara del asesinato del Presidente electo de México. Según la historia de este país, el candidato del PRI sería el próximo presidente. Así ocurrió durante décadas y había pocas razones para pensar que la historia sería distinta en esa ocasión.

Pasaron seis años desde esos hechos para que empezara a escribirse una historia distinta. En el año 2000 el triunfador de la elección fue, por primera vez, el candidato del Partido Acción Nacional, Vicente Fox. Francisco Labastida pasaría a la Historia como el primer candidato del PRI derrotado. Vendría entonces el llamado Gobierno del Cambio – con los pros y contras que cada quien desee apuntar –, hasta llegar al 2006 en el que el PRI no sólo volvería a quedar fuera de Los Pinos sino que ahora quedaría en un lejano tercer lugar de la mano de Roberto Madrazo.

Viviríamos también una elección histórica por lo cerrado de los resultados, lo que derivaría en un conflicto postelectoral y en la autodesginación de uno de los candidatos, Andrés Manuel López Obrador, como Presidente Legítimo de México.

Historias, todas éstas, que difícilmente alguien podría haber imaginado antes de 1993.

Comparto esta reflexión para tratar de mirar el presente con los ojos del futuro. Ocupados como estamos en los debates del día a día resulta complejo imaginar cuál es la trascendencia de los hechos que estamos viviendo, no obstante, les invito a que hagamos un esfuerzo.

Quizá a la distancia de unos 14 años, cuando miremos a estos días que corren, hablaremos de cómo se estaba redibujando el mapa político nacional. La izquierda pasaba por unos momentos muy complejos. El Partido Alternativa cambiaba su nombre por el de Socialdemócrata y en ese proceso se fracturaba en dos grupos. Su hermano mayor, el PRD, también pasaba por un momento de definición. El tiempo quizá muestre que vivimos los días en que nacieron dos nuevas fuerzas políticas, la de la llamada izquierda moderada y la de Andrés Manuel López Obrador, movimiento político que después incorporó a otras fuerzas, unas de la otra izquierda, otras del PRI, y un tercer bloque de actores de la llamada sociedad civil.

Cambios en los grupos que dieron más claridad a los electores sobre qué representaba cada uno. Esto al tiempo que en el PAN hacían la reforma más importante a sus estatutos, que le llevó a abrir el partido para que los militantes y los adherentes fueran determinantes en la selección de los candidatos a puestos de elección popular. Proceso que derivó en ganancias – al acercarlo a ciertos segmentos de la sociedad – pero que también llevó nuevos vicios al partido, que empezó a sufrir de los mismos males que sus adversarios, y que al tiempo, los llevó a extrañar con nostalgia las épocas en que un puñado de personas definía el rumbo de esa institución.

Movimientos acompañados por la refundación del PRI que fiel a su origen se agrupaba entorno a la figura de pocos políticos con mucho poder, capaces de repartir recursos – entre otros las candidaturas – a cambio de mantener la cohesión y con ello el poder negociador frente a los otros actores.

Historias que ocupaban los titulares de la prensa de entonces (o sea, de ahora), mientras se transformaban las reglas electorales, la relación de los políticos con los medios, el sector energético, las formas de actuar entre los poderes, y un largo etcétera que ahora resulta casi imposible detallar pero que a la distancia podremos describir con precisión.

Tal vez en 14 años miremos que lo que pasaba ahora no era para tanto; quizá nos sorprendamos por haber sido protagonistas y testigos de la Historia. En cualquier caso, si alguien quiere saber la respuesta sólo tendrá que esperar.

Un poco de historia: momento en el que se confirmó la muerte de Luis Donaldo Colosio

En este video - subido por peperh71 - podemos ver el momento en el que Jacobo Zabludovsky confirma la muerte de Luis Donaldo Colosio poco después de las 10 de la noche del 23 de marzo de 1994. Hace un par de semanas se cumplieron 14 años de estos hechos. Comparto este video con ustedes porque me parece que vale la pena recordarlo, y me refiero a todo, al momento político que se vivía entonces, al papel de este periodista en la vida de México y a lo que significó para el país la muerte de Colosio.



viernes, abril 04, 2008

Una mirada a la campaña italiana

Después de unos días de abandono del blog (y luego de una semana muuuy pesada), aquí les presento un video de la campaña italiana. El video es para apoyar a Walter Veltroni, el candidato del Partido Demócrata que enfrenta al eterno Silvio Berlusconi. Según algunas notas que he leído Veltroni es una especie de Barack Obama que apuesta por devolver la esperanza a un electorado que esta harto de la política y sus políticos, en un país que cambia de gobernantes más seguido que nosotros de técnico nacional. Ya subiré otros materiales. Por supuesto, no entiendo muy bien lo que dice pero la canción es pegadora, eso sí. Saludos a todos, Mario.